La rutina del año golpeaba como la tormenta que ese jueves azotaba Buenos Aires. Quizás los años del calendario que llevo puesto han convertido el devenir del tiempo en una lenta pesadilla. Se presentaba ante mi otro fin de semana rutinario, en un mes rutinario, en un año rutinario.

Una de mis Socias entró al negocio en que trabajamos, y me comentó que una amiga suya debía viajar a Montevideo por razones personales y estaba buscando alguien que la acompañara. La verdad si bien la idea me gustó reconozco que no conocía a la persona con quién podía ir, sólo la había visto un par de veces.

La llamó mi amiga, me pasó con ella y decidí ir…. La mañana del viernes me sorprendió en Buquebus, con un bolso con las justas pertenecías para pasar un fin de semana diferente. La idea era ir a Montevideo y luego quedarnos en Punta del Este hasta última hora del domingo, en mi fuero íntimo abrigaba la esperanza de ir a Chihuahua, su playa nudista.. El motivo del viaje de esta mujer no lo conocía y en el Ferry si bien hablamos de todo no deslizó comentario alguno sobre ello, más allá que era una visita familiar.

La lluvia nos fue acompañando en el camino entre Colonia y Montevideo y por suerte ya llegando a esa ciudad el sol nos deparaba un buen pronóstico. .En esa última ciudad quedé sola unas horas mientras mi acompañante visitaba unos familiares, luego de ello retomamos viaje a Punta del Este donde llegamos entrada la tarde del viernes.

Nos acomodamos en dos ambientes de la familia de ella y creo que recién ahí paramos de hablar. Mi madre me enseñó que en casa ajena debía respetar sus normas, así que expectante fui haciendo y acomodando mis cosas según me dijera la anfitriona. Me señaló un sillón cama en el living mientras ella se acomodaba en el dormitorio con dos camas. La charla con ella fue interesante y permitió que nos conociéramos, pero de mi gusto por el nudismo no le dije nada.

Su educación me hacía pensar en una persona recatada e introvertida, ambas superamos los cincuenta. La noche nos encontró en un restaurant y de regreso al departamento un merecido descanso. Si bien duermo desnuda normalmente, me coloqué un camisón sin ropa interior, y así dormí.

A la mañana siguiente hicimos lo que más nos gusta a las mujeres, charlar, mate de por medio yo en camisón ella en jogging. Por la tarde fuimos a Solanas, hasta que no se sacó el vestido no sabía que malla ella llevaría, yo en cómoda y diminuta bikini, ella en malla enteriza.

En la charla que fuimos hilvanando la noté crítica hacía las personas según el físico que tenían y la malla que se ponían. Me confesó que nunca había usado bikini por pudor y sobre todo por su físico, quizás algo excedido en kilos.

Fue entonces que le comenté que yo hacía nudismo, sus ojos se abrieron en una expresión de estupor y sorpresa. Es más, le comenté lo cómoda que me sentía desnuda en casa y le pregunté, ya que ella vivía sola como yo, porque no estaba así en su casa. Su formación, su cultura se lo impedían. En su Club el desnudo en el vestuario no existía. En la noche salió del baño en ropa interior y me preguntó si así como estaba podía usar bikini ,le dije _no es cómo estás sino como te sentís.

Le hablé de Chihuahua, le dije que cada cual anda como quiere, que nadie ve a nadie y que se disfruta de libertad, esa es la esencia del nudismo. Libertad y respeto por los demás, el nudismo no se impone, no es para exhibirse. Ella empezó con curiosidad a preguntarme por esa playa que ni en sueños había pensado ir.

A la mañana siguiente le dije de ir, ella me respondió con un _Ni Loca,_ yo le dije _no es necesario que te desnudes, simplemente compartí el momento._

Al llegar a la playa se colocó gruesos anteojos oscuros, por si la conocían y ,sombrilla y reposeras en manos, cruzamos las dunas. Unos pocos bañistas, algunas parejas, algunos desnudos otros no, disfrutaban de un hermoso día de sol. Luego de armar la sombrilla me desnudé mientras ella se quedó con su malla entera. Al principio, estaba sentada tomada de sus rodillas, muda, ni contestaba mis preguntas. Hasta que le dije que hiciera lo que haría en una playa.

Su desnudez era su tabú, me lo confesó, pero empezamos un diálogo más franco, pasamos revista a nuestras vidas desde el día cero, éxitos y fracasos, se dieron condiciones de conversación profunda que en las primeras cuarenta y ocho horas no se dieron. Yo la cargaba y le decía que quien se desnuda, desnuda el cuerpo y el alma. Apareció en ella una faceta distinta. Idas al mar y caminatas alternaban nuestra charla, ella no podía creer la libertad y seguridad del lugar, donde se podía dejar todo sin miedo a que nos roben. También le gustó el respeto de todos los presentes por todos. Pasamos una agradable tarde.

Ya en el departamento empezó a manejarse más libremente respecto a su cuerpo, aunque me dijo que nudismo no haría en un lugar público. Le dije_ disfruta de tu cuerpo, de tu desnudez, siéntate libre._

La noche de viaje en auto y ferry fue seguida de un día de trabajo agotador, yo había puesto un cable a tierra, había disfrutado de la libertad del nudismo en Chihuahua.

Días más tarde me llamó mi compañera de viaje y me dijo –María dormir desnuda es bárbaro. Te parece de ir a Chihuahua este verano? Estoy armando el Grupete para ir, así que la tendremos en cuenta. Hará nudismo? Por lo menos lo intentará…espero.

Maria Gómez- Argentina

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