NATURISMO: Aquí está nuestra vida

Quisiera contar un poco la historia de cualquiera:

Naces desnudo.

Brotas de una tierra que está desnuda para darte vida.

La ropa es posterior, pasajera, cambiante. Dura poco encima porque creces, te ensucias al jugar, las rompes al jugar, la estirás al jugar.

Cuando te toca empezar a partir a tu entrenamiento para la vida, esa cajita que llaman colegio, disfrutas de un modo u otro los primeros momentos.

Pero un día regresas a casa con lágrimas en los ojos. Y se te dice que no te preocupes, que si te han dicho en clase qué debe hacerse y qué no. Qué dice la sociedad de subir árboles, de patear pelotas. Qué dice sobre la velocidad requerida para aprender a sumar, o sobre quiénes inventaron las sumas.

De pronto caes en cuenta: ¡has confiado en el mundo! Y por ello aprendes a callar. De un modo u otro, has dejado de ser tú, y te has dejado moldear. Es más fácil, así ese ser difuso que diseña cómo deben ser las sociedades te tiene en sus manos.

El que subía árboles quizá ahora esté pateando pelotas. Y el que pasaba veloz entre todos con una pelota ahora ve el mundo de las copas más altas.

El primero ve todo desde arriba, y su pelota amiga le habla con ecos, lejana. El que patea pelotas ve mientras corre los árboles de bosques que no terminan. Pero que quizá hayan terminado.

De pronto ceden, y ambos se sientan en los pupitres a aprender, y el juego termina.

Al mismo tiempo empiezas a dejar de crecer, y la ropa deja de cambiar. Y ya no se ensucia porque ya no juegas; no se rompe porque ya no juegas, ya no se estira porque ya no juegas. Una prisión de barrotes hermosos, a la moda.

Y descubres que hay otros mundos que son otros países, y viajas a ellos, y lo primero que notas es lo que te diferencia de las nuevas gentes.

Mira qué comidas exóticas, qué bailes complicados, que calles más interesantes. Qué corbatas más adecuadas.

Y de pronto decides viajar con más frecuencia a ese país. Y aprendes de comidas, bailes, calles, ropas.

Y de pronto, también, empiezas a notar las semejanzas, y no solo las diferencias con las nuevas gentes, y ya no son nuevas. Quizá decides quedarte largo, largo tiempo.

Y llegas de viaje a tus tierras, en regreso fugaz, y con la mirada ves distinto las cosas, sin que te atemoricen las comidas, bailes, calles y corbatas, porque sabes que hay más que las que conociste en tu infancia. Y aunque has cambiado, has vuelto a casa.

Describiría el naturismo del mismo modo. Visitas el sitio donde te puedes conectar con la naturaleza y descubres que eres parte de la naturaleza, no estás de visita.

Estás llegando a la tierra que te ha parido, ataviado como el día en que te parió. No notas en todos lo que te diferencia de ellos, sino lo contrario.

Cuando descubres el naturismo, no llegas a la casa, regresas a ella.

Y aprendes sus palabras… “t´fa mu muley taiñ mognem” aquí está nuestra vida.

Daniel Navas
Argentina

navasmendez@gmail.com

Remitido por Ruca Chauke