Un curioso ejercicio de imaginación

Por Juanjo de Lugares Naturistas

Hace unos días tuve que coger el Talgo Santander-Madrid, cuatro horas largas de viaje sin hacer nada dan para pensar en muchas cosas, y me dio por hacer un curioso ejercicio de imaginación y pensar cómo serían las cosas si pudiésemos ir opcionalmente desnudos por todos los sitios y en todo momento, desde que te levantas hasta que te acuestas (suponiendo que el clima acompañase, claro está).

Y empecé a imaginarlo por el mismo tren, hacía una temperatura en el interior que invitaba a desnudarse, me imaginé cómodamente sentado sobre mi toalla, sin ataduras de ninguna clase y pasando el sol por la ventanilla ¿Qué sensación tan agradable?

Dejando volar la imaginación pensé que si todos hubiéramos ido desnudos en ese tren, como complemento al famoso bar que llevan los trenes podrían llevar también un “vagón duchas”, un vagón completo, con espacio diáfano y amplio para ducharse y refrescarse, e incluso charlar pues obviamente no serían necesarias mamparas de separación entre duchas, y ya el colmo sería desde luego que llevasen espacios abiertos para que te diera el aire y el sol.

Siguiendo con los transportes públicos, los autobuses urbanos en vez de ir equipados en verano con ese aire acondicionado que tantos constipados nos producen, podrían ser “descapotables”, de esa manera en verano iríamos de un sitio a otro tomando el sol y además correría el aire, no sé si sería factible en la práctica pero energía seguro que se ahorraba y mucha.

Con el Metro ya es otra historia, sobre todo a las horas punta, habría que buscar soluciones más imaginativas y originales y la verdad, cuatro horas de viaje no dan para tanta imaginación.

Y puestos a imaginar, llegas a la oficina el lunes, desnudo claro, que panorama tan distinto, todo el mundo desnudo, y pensé en el dineral que se ha ahorrado Silvia desde que se aceptó como cosa normal el poder venir desnudo (no obligatoriamente), esa chica que se gastaba verdaderas fortunas en vestir con lo último de lo último y es curioso porque se la ve mucho más saludable y joven sin ropa.

Y Eduardo, que esclavitud le ha quitado a su esposa con esa manía de ir siempre con la raya del pantalón impoluta y las camisas “cual armadura de ejecutivo enérgico de película” ahora se preocupa de ir depilado eso sí, y algo pasado por la tostadora de rayos uva, pero en cualquier caso es mejor que la manía de la plancha.

Y en las reuniones, todos iguales, bueno menos Paco, que todavía no termina de entrar en esto de que podemos ir todos desnudos, tuvo una educación demasiado estricta y aún no ha dado el paso, pero lo dará, se le nota por la forma en que mira a veces a la gente mezcla de envidia y de querer hacerlo; ahora las comparaciones sobre el aspecto de unos y otros, que siempre me resultaron odiosas, no existen, nos vemos todos de igual a igual y es algo que favorece el clima y el tono de las reuniones.

Llega la hora de la comida, me voy al restaurante de siempre, aparte de los manteles, servilletas, vajilla, vasos, cubiertos, etc. desde que se puede entrar desnudo te facilitan siempre un “cubre asientos” limpio cuando ocupas una mesa.

Pido como todo los días el “menú”, hoy tienen ensalada con salsa rosa y ternera asada; el restaurante está lleno y los camareros (que resultan muy simpáticos ataviados solo con un delantal) van de aquí para allá lo más rápido posible para dar servicio a todo el mundo, y claro, pasa lo que tenía que pasar cuando me traen la ensalada de salsa rosa, ésta cobra vida y decide que va a estamparse contra mí, lo primero que pienso es “menos mal que no traía la corbata de marca que me regalaron cuando aún se usaban”; en otras circunstancias esto hubiera sido una verdadera tragedia teniendo en cuenta que era un regalo de la suegra (dicho sea de paso, tampoco es un gran regalo desde que se venden a precio de saldo por falta de uso), pero en esta ocasión al estar desnudo todo se resolvió con bajar al lavabo y asearme, ventajas de la ausencia de ropa.

La vuelta del trabajo a casa la hago paseando, tardo una hora escasa y resulta muy agradable hacerlo ahora que estamos en primavera, la mayoría de la gente ya ha aceptado y puesto en práctica el ir desnudos a todos los sitios, en un paseo puedes ver la belleza del cuerpo humano en todas sus manifestaciones, hombres, mujeres, niños, jóvenes, ancianos, que sucesión de imágenes de seres humanos libres, sin perjuicios, sin ropas, sin falsos pudores.

Algo cansado llego a casa, a mi casa nudista por supuesto, me siento un rato para relajarme y pienso como era el mundo cuando todos teníamos que ir vestidos siempre, cuánto dinero gastado en nada, cuanto tiempo perdido en comprar, lavar, planchar y mantener la ropa en buen estado, cuantas tonterías con las modas, con lo que se lleva o no se lleva, con las marcas, ahora todo es más simple, ahora las pocas industrias que se dedican a la confección de ropa han abandonado esa carrera absurda de los diseños y las modas para hacer ropas que nos abriguen cuando hace falta, y por supuesto cómodas, ya no estamos acostumbrados a estar vestidos y si no fueran cómodas y sencillas, no tendrían futuro.

Juanjo
Histórico de Lugares naturistas. Marzo 2002.