Los desafíos del desnudo grupal

Caminas con un grupo de amigos por la naturaleza, y estáis en la orilla de un lago que llama a que os bañéis. Uno de vosotros no ha traído su bañador y prefiere privarse del baño antes que disfrutar del mismo con sus amigos. Otros, en el mismo caso, se bañan desnudos y despreocupados como niños. Y tú, ¿qué harías? Si tienes puesto el bañador, ¿estarías incómodo delante del resto? Si no lo llevas, ¿podrías bañarte desnudo?

El desnudo en grupo nos plantea el siguiente dilema.

O bien aprovechamos los placeres que ofrece la naturaleza y una vida totalmente inocente. O bien una fuerza, algo nos lo impide.

Sin embargo, cuando estamos desnudos, ¿qué enseñamos de más que cuando estamos con el bañador? El sexo, evidentemente, y los senos femeninos.

Así, es el sexo el origen del problema Sin embargo, el bañador deja adivinar totalmente las formas como una segunda piel, y esto es en general aceptado como normal.

El hecho de pensar quitarnos esos pocos centímetros cuadrados de doble piel sobre el pubis nos sobresalta. Esto puede ser provocado por la idea de que mostrar el propio sexo es feo, inmoral, vergonzoso o degradante. Se puede tener la sensación de ser vulnerable, indefenso, para las mujeres la sensación de atraer agresiones sexuales, y para los hombres la posibilidad de tener erecciones indeseables.

No me molesta que los demás estén desnudos, pero yo, no enseño “eso” porque no es bonito. ¡¡ No quiero hacer sufrir a los demás!!”. Este es un comentario relativamente frecuente basado en un juicio estético que no es una verdadera razón.

Aunque es verdad que las personas no tenemos la misma belleza, esas mismas personas se mostrarán voluntariamente en bañador y disfrutarán de la playa, incluso siendo conscientes de las presuntas desarmonías de su cuerpo, y no son precisamente las partes sexuales las que son determinantes para la belleza de una persona.

El juicio sobre la estética de las zonas sexuales es por tanto innecesario. Si se está desnudo en grupo, todo el mundo está en las mismas condiciones, no hay mayor juicio sobre la estética que estando en bañador. La práctica muestra que es al contrario, que existe a menudo mucha más tolerancia y aceptación.

En realidad, nuestros reparos revelan represiones psicológicas más profundas: miedo a desagradar al exponerse al completo, baja autoestima, vergüenza del propio sexo, culpabilidad por pasar por alto las normas de la educación y las reglas del grupo social. Es que se nos ha inculcado la opinión de que el sexo es indecente y repulsivo. Y que mostrarlo libremente, es degradante y está prohibido. Transgredir esta prohibición nos hace sentir culpables y sentirse mal chico o mala chica. Incluso si nuestras ideas modernas nos llevan a abandonar esta opinión, llevamos el peso de la culpabilidad de las generaciones pasadas...

Las investigaciones de la psico-genealogía han demostrado claramente que nuestro comportamiento está marcado por el recuerdo inconsciente de algunos acontecimientos traumáticos vividos por nuestros abuelos o abuelas, o por otros miembros de la familia. Así pues, imagina la totalidad de vergüenza frente a la sexualidad, frente al desnudo y a los placeres del cuerpo que hemos cosechado desde cientos de años.

El cuerpo, la carne, el desnudo, nos hace pensar en sexualidad y placer, y todo eso, según los conceptos de una educación bien extendida en la civilización occidental, es malo. En otro tiempo, se le asociaba incluso a la mujer, que era acusada de arrastrar a la tentación y al placer. No es por tanto extraño que a veces tengamos reacciones involuntarias de rechazo del desnudo.

Si tener placer está prohibido entonces para qué probarlo, o si nos sentimos frustrados por no poder participar del placer porque está prohibido, el espíritu se conforma para no sentir placer o la frustración del placer al apartarse de sus sensaciones…

 

Fuente: Yahoo group /Nud-Lat/

Traducción Revista Nudelot

Fuente Fotos: internet