Respeto y relaciones sociales

En su obra Le Bonheur d’être nu (La felicidad de estar desnudo), France Guillain habla de un paraíso para las chicas. “Las mujeres que están solas en sitios naturistas saben que pueden ir a la playa sin que nadie las moleste.” Es un gran alivio porque “no hay peor desigualdad para la mujer que este miedo, esa desconfianza obligada, ese riesgo de violación tan importante en este civilizado país”.

Muchos jóvenes dudan en tener la experiencia del naturismo por el miedo a tener una erección delante de las chicas desnudas. Este miedo no es fundado. Es extraordinario constatar como el cerebro, que es el que realmente produce la erección, integra los datos de la situación y no pasa nada.

Esto no significa que hay que prohibirse admirar la belleza de los cuerpos, como puede admirarse en las personas vestidas, en los paisajes, el mar o los pájaros. Pero esto se hace desde la bondad y la serenidad. La visión habitual del desnudo apacigua a los sentidos, llama al respeto mutuo y a la humildad.

“Compartir la gran fragilidad que constituye el desnudo, esta manera de estar expuesto a la vista de todos exige una buena dosis de humildad, de aceptación de sí mismo, a pesar de todos sus pequeños y grandes defectos”. “Cada persona que te rodea ha superado su miedo a ser vista desnuda, cada una de ellas representa, a su manera, un potencial de energía que da ganas de conocerla”. (F. Guillain).

¿Cómo se comporta la gente entre ellos cuando todo el mundo está desnudo?

En sus obras, el sociólogo naturista Marc-Alain Descamps subraya que desde hace mucho tiempo, la ropa, que en su origen era un objeto funcional destinado a protegerse, por ejemplo, del frio, se convirtió en un símbolo de la clase social a la que se pertenece: ropa de calidad para los príncipes, camisa blanca y corbata para los burócratas, mono de trabajo para los obreros, etc.

Las relaciones sociales se determinan por la vestimenta. Desvistiéndose, se recobra una personalidad liberada de las capas superficiales de las “buenas maneras”.

Desde luego, las personas no pierden los signos de su clase social, ni siquiera su lenguaje y su cultura. Pero sus relaciones fundadas en la jerarquía se desvanecen. Permitir las miradas es un acto de confianza, y dar confianza es contagioso. De ahí el ambiente de ayuda mutua y de servicio que reina generalmente entre los naturistas.

Esto no significa que todas las clases sociales están representadas en estos centros. Pero es una evidencia destacable que las personas “diferentes” tales como los minusválidos son del todo bienvenidas en los centros naturistas. En realidad, todo el mundo es bien recibido en ellos, bello o deforme, joven o viejo, saludable o enfermo.

Finalmente, el atrevernos a estar desnudos, solos o en grupo, nos puede aportar los siguientes beneficios:

  • Liberarnos del miedo a ser criticados por nuestra apariencia.
  • Liberarnos de los condicionantes sociales que nos oprimen espiritualmente y obstaculizan los
  • Impulsos vitales.
  • Reunificar nuestro cuerpo eliminando la separación entre sus partes nobles y su partes vergonzosas
  • Relajar las tensiones y angustias sexuales surgidas de la vergüenza y del tabú.
  • Prevenir el riesgo de tener desviaciones malsanas.
  • Aprender a respetar a los demás por encima de las clases y de las culturas.
  • Favorecer el respeto hacia las mujeres, las personas mayores y los discapacitados.
  • Simplificar la relación entre las personas basándolas en comunicaciones más auténticas.
  • Ayudar a recobrar la espontaneidad y la simplicidad.
  • Dar más espacio a la gracia y el placer de vivir.
  • Hacer que el cuerpo aproveche el sol y el aire para una mejor regulación y una mejor vitalidad.
  • Comprometernos a acercarnos a nuestro ser verdadero.

 

Fuente: Desnudarse. Una experiencia armónica y liberadora por Alain Boudet Traducción: Francisco José Estellés