Crónicas de viajeros
El lema “Te acepto como eres, acéptame como soy”
Por Cesar H. Kirk
(Colombia- 2023) En un lugar de ensueño, con frescas temperaturas que
rondan los 23°C, brisa suave y viento algo cercano a los 8 km/h, hay un
bello paraje lleno de un sinnúmero de casas quintas, en su mayoría con
alberca o piscina, que seduce al esparcimiento a quien puede visitarlo. Se
llama Chinauta.
Allí, en esas lindas tierras al sur occidente de Bogotá, capital de
Colombia, y al occidente del departamento del Tolima, Ciudad Ibagué, capital
musical de Colombia; se practica nudismo al mejor estilo de cualquier país
del primer mundo en fincas con alojamiento y camping.
Parejas, familias y excelsos amigos, se reúnen con frecuencia, conformando
un gran clan para la práctica del naturismo social; con frecuencia en busca
de un lugar seguro, tranquilo y con agradable ambiente.
En aquella zona de buenos paisajes, con una calma que ahuyenta el tedioso
trajinar de las grandes ciudades, se ubica esta bella región, una zona o
mini ciudad, enclavada en las cumbres de la región andina de Colombia, donde
se puede disfrutar de lindos paisajes montañosos, al mejor estilo de Suiza,
Francia o Europa.
Allí es donde muchos practicantes del nudismo/ naturismo, realizan
agradables jornadas de esparcimiento y disfrute, donde familias, parejas y
amigos llegan para compartir y deleitarse con el relax total que es como una
válvula de escape, sintiendo en la piel la sana libertad y convivencia.
Allí se realizan actividades como baile, canto al estilo karaoke,
permitiendo al participante ser artista por unos instantes; juegos de mesa
como tridominó y dominó bolirana, mini tejo, un juego
típico de esas zonas, y la posibilidad de nadar en la piscina al natural,
que se disfruta aún mejor.
Bajo la tutela de “Gonza y Angie”, miembros de una familia naturista, nos
hemos reunido y encontrado y, con la solicitud de varios integrantes,
quedamos en volvernos a reunir con más frecuencia, naciendo así otro espacio
más para la práctica de esta noble y sana, actividad.
Destaco que fuimos atendidos por ellos con gran esmero y amabilidad por lo
que, seguramente, volveremos pronto a reencontrarnos con el deseo común de
invitar nuevos practicantes y, por qué no, nuevos adeptos de esta increíble
sensación.
En ratos de tertulia, se entrelazaron nuevas amistades y se conocieron,
afianzando y creando una logia que, de manera excelsa, se manifiesta en
estos grupos y en esta situación particular.
Una de las ventajas de la desnudez es que hace aflorar lo mejor de cada ser,
su mejor comportamiento social, empatizar y comunicarse con los
interlocutores bajo una premisa tacita que surge en cada ambiente y en cada
encuentro como tal, “te acepto como eres,
acéptame como soy”
Esta pequeña máxima es, tal vez, la que más se manifiesta, aunada al respeto
total por los demás, al recibir y compartir, sin tapujos ni vergüenzas, las
formas físicas de cada quien, dejando a un lado el esnobismo de la moda y
emergiendo en cambio la personalidad, la amabilidad y la empatía entre los
concurrentes, con charlas y exposiciones sobre arte.
En esta ocasión contamos con la participación del gran maestro Arandia
quien, en compañía de su esposa, nos compartió fotos de algunos de sus
bellas obras de pintura al óleo.
Queda el recuerdo de esos gratos momentos donde, entre juegos, música, baile
y nudismo total, se conocen y se hacen buenos amigos, con la firme
convicción de que somos seres por naturaleza sociales, donde un ermitaño no
se mezcla y, por el contrario, nace la camaradería y el afianzamiento de
amistades.
Hubo una situación muy especial: El maestro de pintura perdió las llaves de
su carro, lo que derivó en una actividad al mejor estilo de investigación y
espionaje. Entre carrasquillos y juegos se aclaró la situación con el
trabajo en equipo, la solidaridad y la destreza de Sandra, una excelente
mujer.
Una enseñanza muy bella dejó también Manuel, su esposo, quien expresó que su
padre le enseñó que “cuando haga un favor lo haga bien o si no, no lo
haga”.
Les comparto el testimonio de una nudista principiante:
“Entre la locura y la aventura = osada” Por Moni Moni
Jamás es demasiado tarde para entrar en una nueva etapa de la vida. Todo
cambia cuando esa persona misteriosa entra a ser parte del diario vivir.
Siempre he sido una mujer arriesgada y en lugar de tener miedo siempre busco
la solución. Y de repente apareció este ser maravilloso, quien a su vez
amaba la libertad en su máxima expresión, me platicaba del nudismo con toda
naturalidad.
Como provengo de una familia muy conservadora, lo máximo de mi libertad
nudista era andar en panty y buso, pero mi novio me enseño ir más allá de lo
permitido, fue más expresionista. Le lleve la idea y, aunque siendo un poco
tímida al respecto, fuimos a ese paseo. Y allí me lleve la gran sorpresa
ingresando en un mundo nuevo, conociendo gente con la misma idea de mi
novio; “vivir la libertad en su máxima expresión”, vivir el desnudismo
total.
Al principio mi timidez fue total. Pero una gran amiga de mi pareja, Albita,
me explicó que el desnudo es paulatino y me contó la experiencia de su
primera vez. Mientras la escuchábamos mi novio me fue desnudando y ya no
sentí tanta incomodidad, puesto que con él siempre hemos sido abiertos a
platicar de estos temas. Y así, a medida que fue pasando la tarde de ese
viernes, me fui adaptando a sus amigos y entrando en confianza, mientras
alguno de los allí presentes me contaba también sobre su primera
experiencia.
Llegada la noche empezó la charla jocosa con algunos de los participantes.
Nos integramos y nos divertimos en el karaoke, fue una noche sensacional.
Ya la pena, la timidez y el temor a sentir vergüenza se habían esfumado (no
puedo decir que por completo, aún queda mucho tema por aclarar), pero el
anhelo vehemente de sentir la libertad del desnudismo es una gran
oportunidad para expresar nuestros ideales.
Al día siguiente, con la llegada de más participantes, la experiencia fue
aún más enriquecedora pues muchos eran conocidos y otros no tanto.
Platicamos sobre sus experiencias y expectativas de cada uno.
Lo más interesante fue que nos sentíamos como en una familia, aunque éramos
extraños el uno para el otro. Conocimos gente de diferente profesión y
situación y la convivencia de estos tres días fue muy gratificante.
Aprendí que la gente nos mira con más morbo cuando tenemos ropa que cuando
no llevamos nada puesto.
La desnudes nos hace sentir libres y aceptarnos como en realidad somos. Y
aún mucho más. cuando todos y todas portamos el uniforme de la desnudez.
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