La Suerte del Nudista
¿No pensáis que las personas nudistas somos intensa, enérgica y
decididamente afortunadas, suertudas, venturosas y como diría un buen amigo
nudista, morrudas? Yo sí lo creo, no me oculto, siento que tengo mucha
suerte porque he descubierto un camino de felicidad que es la hostia de
sencillo y, aunque parezca lo contrario, no está al alcance de todo el
mundo: quitarme la ropa.
Vale, vale, ya sé lo que estáis pensando, que sí está al alcance de todo
el mundo. Eso lo pensamos la mayoría de las nudistas, que es bien fácil,
basta con desnudarse o directamente, con no vestirse. Pero ¡ay! amigos, bien
sabemos que hay una gran mayoría social incapaz de hacerlo por pudor,
complejos, absurdas normas sociales y un etcétera muy gordo que pasa por
imposiciones morales, estéticas, religiosas, entre otras milongas.
Y en medio de todo esto yo me considero afortunado, suertudo y morrudo
porque soy capaz de disfrutar de mi cuerpo al natural, sin artificios, sólo
o en compañía, en mi casa, en la playa, en el río o en el monte, con amigos,
con conocidos, rodeado de árboles y piedras o de personas desconocidas, qué
más da, soy libre y soy feliz.
¿No es esto suficiente motivo para considerarse rabiosamente dichoso? Yo
pienso que sí.
Porque a veces es necesario parar un instante y recrearse en lo más
genuino del nudismo, en su sencillez que al mismo tiempo es su grandeza, en
la cándida esencia del acto de despojarse de telas, ataduras y prisiones.
Quienes consideramos que el activismo es importante y por supuesto yo lo
considero, vivimos con el riesgo de caer en el descontento continuo, el
desconsuelo, la desconfianza, el hartazgo, incluso el cabreo. Nos enfadamos
por la invasión textil, por las normativas restrictivas, por el retroceso
social del nudismo y el avance de la mojigatería más rancia y pacata, por
las propuestas erróneas de las asociaciones o federaciones que no nos
representan, en fin, por tantas cosas. Y nos enzarzamos en peleas entre
defensores de la misma causa que a veces no nos llevan a ningún buen puerto,
aunque afortunadamente otras muchas veces sí.
Pues hoy quiero alejarme de todo eso y proponer otra estrategia que
también es, desde mi punto de vista, activismo. Quizá un activismo
extremadamente inocente o infantil, pero, de verdad, ¿no creéis que si los
textiles descubrieran la inmensa felicidad que provoca el nudismo, se
convertirían? Habrá que hacerles ver que, aunque no lo sepan, envidian
nuestra buena suerte. Nudistas conversos, tendremos que llamarlos.
¿Se os ocurre una suerte mayor que estar con amigos en la playa sin la
preocupación de estar con el bañador mojado y el culo frío? ¿Una mejor dicha
que irte a la ducha con la casa llena de amigos y no tener que llevarte la
ropa que te vas a poner después porque ¡ay, carajo! que no me tengo que
poner ropa después? ¿Una fortuna más inmensa que disfrutar del aire, el sol
o el agua en cada parte de tu cuerpo? Chico, de verdad, es que los textiles
no lo saben, pero envidian nuestra suerte, rabian, no lo pueden soportar y
se van a convertir, ya puedo oír cómo susurran extremadamente reventados:
¡vaya potra, yo me convierto!
¡Bienvenidos al nudismo, gente con suerte!
Fuente:
https://desnudizate.blogspot.com/2023/11/la-suerte-del-nudista-el-textil-la-desea.html |